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Conversamos con Arnaud Peral, Coordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas en el Ecuador


Ya han pasado 3 años del lanzamiento de los ODS, ¿qué hemos aprendido?

Efectivamente, ya pasaron 3 años y muy pronto llegaremos al 2030. La agenda empezó como un acuerdo gubernamental, construida con insumos de muchísimas voces a nivel global, con la participación de jóvenes, empresarios, de la academia. Los gobiernos fueron el vehículo, pero es importante que sigamos pasando el mensaje que esta es una agenda de todas y todos.

La agenda plantea cuatro dimensiones: Personas, Planeta, Prosperidad (crecimiento, empleo), y Paz (gobernanza, gobernabilidad). El tema de alianzas es transversal para lograr todas las metas planteadas dentro de estas esferas.

Es un error presentarla solamente como una agenda social o de bienestar, pues tiene aspectos productivos y de sobrevivencia. Cuando hablamos de temas como pérdida de biodiversidad o cambio climático, por ejemplo, debemos abordarlos como sociedad, porque esos problemas van a poner en riesgo nuestra propia sobrevivencia como especie.

¿Cuál es el rol del sector privado?

Las metas planteadas en la Agenda 2030 no podrán cumplirse sin la participación activa de las empresas. Hay algunas metas que tienen que ver directamente con el sector empresarial, como generación de empleo, productividad, género, energía, infraestructura, cambios de patrones productivos y de consumo, etc.

Necesitamos que se sigan involucrando más empresas. Algunas ya están participando, unas por su trayectoria, otras por un tema de responsabilidad social, o por reputación, pero es importante que logren visualizar dos dimensiones claves: La primera es que hay oportunidades importantes en esta Agenda para las empresas, pues hay algunos estudios que demuestran que algunos sectores han avanzando en distintos ámbitos gracias a ella. Esta es una Agenda que con las inversiones públicas y privadas puede generar centenares de millones de dólares de ganancias para las empresas. Anticiparse a estos cambios y oportunidades es bueno para las empresas. En resumen, la Agenda 2030 es un buen negocio.

La otra dimensión es que, a causa de los cambios que se vienen y los riesgos que tenemos por la pérdida de biodiversidad, de cambio climático y demás, los gobiernos van a empezar a tomar algunas medidas que cambiarán los marcos regulatorios para las mismas empresas. Por lo tanto, las empresas tienen que anticiparse a lo que se viene identificando oportunidades en sus planes de negocios, y en sus proyecciones de futuro, pero también esos riesgos de cambios regulatorios que van a enfrentar. Afortunadamente varias empresas ya están alineadas a estos cambios.

Por otro lado, un reto que tienen varios gobiernos es no contar con los mecanismos para captar las contribuciones privadas al cumplimiento de las metas. Desde las Naciones Unidas hemos generado varios espacios de debate y trabajo con SENPLADES y con el INEC para la medición de las contribuciones y la medición misma de la Agenda. Este es un trabajo complejo, ya que hay muchas metas que no tienen todavía indicador y medición. Aquí el aporte del sector privado puede ser clave.

¿Qué hay de las PYMES?

Las grandes corporaciones nacionales o transnacionales ya están viendo que el mercado y sus sectores se están transformando y tienen que adoptar buenas prácticas si quieren seguir siendo relevantes, en cambio las PYMES tienen un reto más grande porque deben lograr mantenerse y sobrevivir en contextos económicos muy volátiles. Por eso es necesario que cuando hablamos de la Agenda pensemos desde el individuo, al final de cuentas es mi responsabilidad como ser humano, es mi Agenda; que yo sea empresario, funcionario público, empleado o gerente de una PYME, es irrelevante; si empiezas a ver que esta Agenda te va a beneficiar como ser humano la vas a ir impulsando en tu vida cotidiana, pero también en tu entorno social o laboral.

¿Cómo ve el aporte del Gobierno? ¿Es suficiente?

Este Gobierno desde el inicio, por orientación del mismo Presidente Lenin Moreno, ha conseguido una buena articulación entre el Plan Nacional de Desarrollo y las metas de la Agenda 2030. De hecho, nos han pedido insumos para la elaboración del Plan. Hay un Decreto que eleva la Agenda a nivel de política pública. Hay una Comisión de la Asamblea para el tema, la Asamblea aprobó una resolución haciendo obligatoria y mandatoria la Agenda para todo el trabajo legislativo; es decir a nivel gubernamental y político el compromiso es evidente.

Por otro lado, si se observa el Informe Voluntario que se presentó en julio, se recoge no solamente lo que hace el Gobierno sino también lo que hacen las corporaciones, así como iniciativas del sector privado y de la academia. Por nuestra parte, hemos tratado de convocar a todas las entidades que están trabajando en cumplir las metas al 2030, para que no sea solamente un informe de Gobierno, sino que queremos ir generando, como decía antes, esos puentes, y que se puedan registrar todas las contribuciones.

¿Es suficiente? No, nunca va ser suficiente. Una de las cosas que queremos hacer en los próximos meses, es hablar con los movimientos políticos, con los candidatos y candidatas a las elecciones seccionales del año que viene, para que conozcan la Agenda, se la apropien y que sea un tema de campaña, que llegue a un mayor territorio, a los cantones, a los municipios, ahí están los mayores retos. Localizar la agenda siempre es un reto en todos los países.

¿Qué se puede hacer para “localizar” esta agenda?

Una oportunidad muy interesante es el hecho de que el 2030 coincidirá con el bicentenario de la conformación del Estado Ecuatoriano. La Agenda 2030 parece muy lejana, la ONU, los Estados miembros, se ven como algo externo, y si bien el Plan Nacional de Desarrollo es del Gobierno actual, el Bicentenario es un tema de todos, por lo que se puede hacer ejercicios interesantes de convergencia, e ir preguntado a la gente qué quiere Ecuador para 2030”, cuáles son los cambios que quieren ver para el 2030. Probablemente más empleo, más educación, más salud, más protección social, menos corrupción; ahí podemos evidenciar que hay una coincidencia con muchas de las metas de la Agenda 2030. Yo creo ahí tenemos no solo hay una narrativa, sino una oportunidad importante de hacer converger intereses de los ciudadanos en general, con una agenda nacional e internacional como la Agenda 2030.

¿Cómo lograr un compromiso real desde las empresas?

Si una empresa dedica sus recursos para desarrollar algunos proyectos específicos en temas ambientales, sociales, de niñez, le felicitamos, pero queremos felicitar aún más cuando la empresa hace una reflexión y desarrolla cambios más profundos desde su “core business”, desde su forma misma de trabajar, de reclutar, de implementar, de producir, de transportar. Es decir, que esta conciencia no se quede en una unidad de desarrollo social y ambiental, sino que sea realmente parte de la reflexión total de la empresa, en todas las partes, en cómo tratan a sus empleadores y proveedores, en cómo manejan las relaciones financieras de manera transparente, sin corrupción, etc., que sus buenas prácticas vayan mucho más allá de la Responsabilidad Social.

¿Cómo saber si vamos por buen camino?

Ahí tenemos un reto, la Agenda 2030 es un marco, tiene metas específicas, pero no tiene detrás un mecanismo de verificación ni para los gobiernos, ni para las empresas, ni para nadie. Es un poco más obligatorio para los gobiernos, pero no es vinculante legalmente, más allá del compromiso político, por eso la importancia de la abogacía, de la apropiación individual, para que el colectivo sea el que diga: vamos a cambiar las reglas de juego entre todos, y ayudar a crear instrumentos de medición más específicos. Te doy un ejemplo, con el Ministerio del Trabajo hemos firmado hace un par de meses un acuerdo para establecer un sello de género para las empresas.

Necesitamos este tipo de instrumentos, hay que construirlos, como Naciones Unidas estamos justamente para dar esos instrumentos de medición y generar esos pactos y alianzas con el sector privado, con la academia, buscando sistemas de certificación, pero no lo podemos hacer solos, por eso necesitamos alianzas. Yo hablo con empresarios, CEO, hombres y mujeres, y hay muy buenas ideas, hay cosas fantásticas que están proponiendo o que ya están ofreciendo tanto a nivel global como aquí a nivel nacional.

Al final de cuentas, el momento de la verdad es cuando veamos cómo está avanzando el país efectivamente. Si no tenemos avances en datos duros, en términos de calidad del empleo, del empleo en general, indicadores ambientales, productivos, de consumo, de desnutrición, de desigualdad, de energía, no podremos hablar de avances. Solamente viendo las mediciones, es cuando vamos a decir si como colectivo, como sociedad, o como país hemos logrado o hemos fallado.

¿Cuál es el rol de organizaciones como CERES?

Primero seguir haciendo lo que están haciendo, generar conocimiento, debates, escuchar puntos de vista, generar compromisos. Al final de cuentas, el compromiso de los CEO y de las empresas es extremadamente importante. Como red ustedes tienen un rol clave porque no es una Agenda muy fácil de abordar, tiene muchas dimensiones o muchas metas. Por lo que organizaciones como CERES deben seguir generando compromisos e información, promover tomas de decisiones, y un monitoreo de las iniciativas más emblemáticas que tienen potencial de ser replicadas.

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